El otro día platicaba con una madre preocupada por su hija de 12 años, ella la describía y sentí que en muchos aspectos me describía a mi a esa edad. Más allá de la típica adolescente rebelde, esta era una chica muy introvertida, con gustos e intereses algo macabros, con pocas amigas y una actitud un tanto distinta al resto de las niñas de su edad, era una chica que se sentía fuera de lugar… Pero esto no era lo que le preocupaba a su madre… ella se había hecho unos cortes en el brazo…
¿Recuerdan su época de secundaria? Estoy segura de que para muchas de nosotras fue difícil… yo era la niña “rara” del salón, y en una escuela pequeña, era la “rara” del colegio. Llamaba la atención de los maestros, quienes se preocupaban de las cosas tan fuera de lo “normal” que escribía y dibujaba, por los temas que escogía para las exposiciones, y de la música “del diablo” que escuchaba, y no paraban de hacerme notar lo “anormal” que les parecía que era, -seguramente tenía un problema-, hasta que llegué a sentir que era malo ser como yo, que era malo ser yo y que definitivamente, había un problema conmigo.
Me apasionaban tantos temas tan oscuros y “malos” que lo mantenía en secreto… escribía y dibujaba en una libreta que escondí por muchos años con el miedo a que alguien la encontrara… y así como la libreta, fui escondiendo muchas cosas a lo largo de mi vida; el gusto por la ropa, los libros, el arte, la música… hasta llegar a vivir en una especie de “closet mórbido”. Pasé muchos años escondida ahí hasta que un cataclismo en mi vida me obligó a salir, me tomó todo un año convirtiéndose en un extraño proceso de involución, como una metamorfosis de donde salió una de esas mariposas negras de “mal agüero”.
¡TRECE AÑOS ESTUVE AHÍ! ¿Quién era yo en ese entonces? Porque obviamente era yo, nadie puede dejar de ser quien es, pero era una versión “barata” de mí misma, era como la mala versión para cine de un buen libro de terror, y no era nada feliz con eso. Ahora me gusto mucho, me encanta ser yo, tan “rara” como quiera ser y sin esconderme más. Fue un proceso complejo de adentro hacia afuera terminando en un guardarropa monocromático como siempre quise, y verme así y sentirme así, tan liberada, me entusiasmó tanto que inicié un nuevo proyecto: Les Ténèbres.
“Las tinieblas” en francés, inspirado por una de mis discos favoritos “Leçons de Ténèbres” o lecciones de la oscuridad, porque aprendí mucho de mi propia oscuridad durante todo ese proceso… Les Ténèbres es representado por un corazón negro por mi cuento favorito de Edgar Allan Poe “El corazón delator” y por una pequeña y frágil caja negra en forma de corazón (por eso las manos) en donde guardo algo que alguien muy especial me obsequió (debo confesar que soy muy romántica).
Cuando cree Les Ténèbres no estaba segura de cuantas chicas se sentirían identificadas y si les gustaría… pero me llevé la grata sorpresa de que somos muchas, muchas chicas que disfrutan ser como son, todas distintas y hermosas, todas con su propia historia… como la de esta chica de 12 años… ¿Qué le dirías si pudieras? ¿Qué le dirías a tu yo de hace 10 o 15 años? –
Yo tengo un mensaje muy personal para ella, y para todas nosotras, ¡Sé tú misma!, No trates de seguir ningún modelo, crea el tuyo porque no existe ningún molde en el que quepas y te sientas cómoda, si te sientes fuera de lugar, es normal, no hay nada malo en ser tú, muchas nos llegamos a sentir así, pero verás que pronto encontrarás que tu lugar está en ti misma. No tienes por qué sentirte sola. Sólo sé tú, y ámate, siempre.